ROMANTIZAR LA POBREZA
Ser pobre, jugar fútbol y triunfar son los ingredientes necesarios para una perfecta historia de amor
En un lugar en el que las causas estructurales hacen que la miseria se distribuya con igualdad para todos, aplaudimos a rabiar a todo aquel que como un héroe lucha contra la adversidad del mundo para salir adelante.
La era del emprendimiento genera todos los días una malsana aversión a quien critica el funcionar del sistema. Fracasar es culpa enteramente tuya: tal vez no trabajaste las horas de más que debías, tal vez no te esforzarse un poco más o no aceptaste en voz baja el atropello de la sociedad del rendimiento.
¿Qué tiene que ver todo lo anterior con el fútbol? Pues la verdad, mucho. La fugaz actuación de Jorge Carrascal en el torneo preolímpico sub 23 abrió la puerta para que llegarán las crónicas lastimeras sobre el muchacho que nació en medio de la miseria, la violencia, las pandillas y los cuchillos. La historia clichesuda del pibe de barrio de obrero que salió adelante y nos demuestra que “todos podemos” y que si somos unos fracasados es por nuestra propia incapacidad.
La historia de Carrascal no fue la única. Edwuin Cetré, futbolista del Junior de Barranquilla, creció en un difícil barrio de Cali jugando fútbol imaginando que las balas son papel picado como lo canta la banda chilena. Según la nota de prensa, dos de sus tíos fueron asesinados y logró salir adelante a pesar de las adversidades porque la pobreza es una enfermedad mental
Cetré y Carrascal son solo dos historias de cientos que hay en el deporte colombiano. Son dos historias impresionantes e imitables en un país atravesado por el conflicto armado en todos sus estamentos. Es por esto que contar esas historias no es el problema, los seres humanos creamos seres míticos con el ánimo de imitar sus comportamientos benevolentes para crear una mejor sociedad. El problema es que usemos este “dedo” para tapar el “sol” de la difícil situación de las comunidades abandonadas por el Estado Colombiano y por la misma sociedad civil.
Qué Cetré y Carrascal triunfen no solo habla de una mentalidad “emprendedora”, también nos dice que otros prospectos de deportistas talentosos no pudieron encontrar la misma senda y están perdidos en el camino de la ilegalidad y la muerte. No glorifiquemos con lástima a los héroes triunfadores, preguntemos mejor qué podemos hacer para que otros jóvenes no crezcan en las mismas dificultades de los Carrascales. Aplaudamos el esfuerzo de los Cetrés, pero no les romanticemos su pobreza. La pobreza no tiene nada de romántico y sobre todo, no es una condición mental