Con el ojo agüado: Colombia Vs. Japón
Mi hermano, no se imagina usted cómo le tiemblan a uno las piernas y las manos antes de entrar al Saransk.
Mi hermano, no se imagina usted cómo le tiemblan a uno las piernas y las manos antes de entrar al Saransk, es ahí cuando a uno se le olvida el trajín de los trayectos tan largos que tiene el país Ruso, no joda 13 horas escuchando el mismo sonsonete del tren, ¡erdaaa!
Pero todo esfuerzo tiene su recompensa: ¡Qué vaina tan bonita! Estadio pa´ bello ese, súper organizado, numerado y con zonas full vacanas para trabajar. Yo en serio no entiendo por qué no podemos tener uno así en nuestra tierra, es que ni uno tenemos pa’ eso, no les llegamos ni a los talones.
Pero bueno, aquí vine fue pa’ otra cosa: a contarles que la emoción no se puede contener mi hermano y que el que no llore, es porque tiene corazón de piedra, pues ver un estadio vestido de amarillo no tiene precio, no tiene como describirse, o sino, vea cómo se entonó el himno nacional, a una sola voz papá. Y ajá, dicen que las cosas andan mal y que no hay billete, pero veaaa…
En lo futbolístico no me voy a poner a echarle más leña al fuego, ya usted vio lo que pasó en la cancha y tendrá sus propias conclusiones. Lo que sí puedo decirles es que ni una alarma de incendio hubiese vaciado tan rápido el estadio como lo hicimos hoy nosotros. No fue sino que se escuchara el último pitazo y chao, nos regresamos pa’ Moscú a cuadrar el próximo viaje a Kazán, allá nos vemos de nuevo.
Píllese este…
Un Costeño en Rusia en el debut de Colombia