René Higuita, la magia de un Atlético Nacional que alcanzó la gloria continental
La historia posicionó al guardameta como el héroe de aquella noche del 31 de mayo de 1989.
Pequeño de estatura, pero gigante en locura y agilidad. Ese es René Higuita, pilar de aquel Atlético Nacional campeón de la Copa Libertadores en 1989. El arquero fue figura en toda esa campaña, pero lo que hizo la noche del 31 de mayo en El Campín lo posicionó como uno de los máximos ídolos de la hinchada 'verdolaga'.
Nacido en la ciudad de Medellín el 27 de agosto de 1966, Higuita empezó su carrera en el fútbol con la Selección de Antioquia juvenil, para luego arribar a Millonarios en 1985 y debutar de manera profesional en el conjunto 'embajador' de Bogotá.
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Allí, pese a no conseguir resaltar, le aprendió mucho al arquero argentino Alberto Vivalda (apodado también 'El Loco'), quien se destacaba por salir jugando con los pies, estilo que adoptó Higuita emulando también a Hugo Gatti, exguardameta de Boca Juniors.
Su llegada a Atlético Nacional marcó el inicio de la era dorada del cuadro 'verdolaga' que lideró el técnico Francisco 'Pacho' Maturana. Dicha filosofía se basaba en el toque corto, el juego propositivo y la mentalidad de jugar solo con futbolistas colombianos: se hacían llamar 'Los Puros Criollos'.
Higuita se ganó el remoquete de 'El Loco' porque le gustaba salir, jugar y regatear rivales; era un arquero libero que ayudó a potenciar la idea de juego de 'Pacho' Maturana: empezar la jugada desde el fondo tocando la pelota, siendo él el primer atacante del equipo.
Tras un campeonato en 1988 donde se le escapó el título a Nacional ante Millonarios, el 'verde' clasificó como subcampeón a la edición 1989 de la Copa Libertadores.
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El certamen fue difícil de principio a fin. Compartieron grupo con el conjunto 'embajador' y quedaron en la segunda posición. Los paisas clasificaron a octavos eliminando a Racing de Avellaneda, para luego sacar a Millonarios y Danubio de Uruguay.
La final fue ante Olimpia, un histórico en ese entonces del continente que ganó en la ida 2-0 y obligó a Nacional a buscar la igualdad 2-2 en El Campín, definiendo así el título desde el punto blanco del penal.
La 'magia' de Higuita salió a flote la noche del 31 de mayo y, con su 'locura' característica, fue la gran figura de esa tanda: manejó los nervios de principio a fin; su frialdad y agilidad marcaron la diferencia y atajó cuatro remates de los paraguayos, vitales para mantener a Nacional vivo. Leonel Álvarez definió el último cobro y proclamó campeón continental al club 'verdolaga'. No obstante, Higuita se convirtió el jugador más representativo de aquel 1989, dejando una huella que aún sigue viva.
Por David Fernando Rocha