Serena, 'Nole', Osaka y 'Delpo'
Por el lado de los colombianos, Farah y Cabal sacaron la casta, como ya es costumbre
Terminó uno de los más apasionantes US open de los últimos años. Los organizadores hicieron las canchas más lentas, lo que facilitó ver puntos más largos y emocionantes; el calor y la humedad hicieron que los tenistas se exigieran al máximo poniéndole un toque dramático a la fiesta; el público le dio un final triste al capítulo más feliz de la vida de Naomi Osaka, la japonesa negra que se consagró campeona mientras que, entre los hombres, Nole y Delpo confirmaron su resurrección.
Comencemos por las damas. Serena Williams, la heroína local, perdió el control en la final del torneo. Recibió un llamado de atención porque su entrenador le hizo ‘coaching’ desde la tribuna, una norma que hace rato se ha debido acabar y que muchos se pasan por la faja sin consecuencias pero que, al fin y al cabo, está en el libro de las reglas.
Después rompió la raqueta contra el piso, recibiendo un segundo llamado de atención y un punto de penalización. Para rematar la faena, insultó al árbitro con palabras que no vale la pena recordar porque estaba fuera de sí. Le quitaron un ‘game’. Al final del juego y, pese a la aplastante victoria de la joven nipona, el público se negó a reconocerla, abucheándola, a cambio, en el momento de recibir el trofeo de campeona.
Es una verdadera lástima que Serena se haya robado el show por sus pataletas. No es la primera vez que sucede en el mismo estadio. Deberíamos estar hablando de los saques de 200 kilómetros por hora de Osaka o de su derecha demoledora, tanto en potencia como en precisión, pues tiene un manejo de los ángulos envidiable.
O de su ‘coach’, un alemán de 34 años que no pudo debutar como profesional pese a ser una de las grandes promesas mundiales en su momento porque perdió el control de su vida al momento de la muerte de su padre y a quien un buen día, en un torneo en Munich en 2005, Serena Williams reconoció y le pidió por accidente que le sirviera de sparring.
Después se convirtió en su hombre de confianza y fue progresando hasta convertirse en entrenador de mujeres tenistas. Por sus manos ya pasó Caroline Wozniacki y ahora es el encargado de la nueva joya del tenis mundial.
El torneo masculino también nos dejó grandes reflexiones. La capacidad de resiliencia del campeón y el subcampeón son dignas de servir como ejemplo a tantas personas que bajan los brazos a la primera frustración en sus vidas.
Del Potro estuvo cuatro años prácticamente por fuera de las canchas, pasaba más tiempo en el quirófano que en el ‘court’ pero nunca perdió la esperanza. El domingo volvió a disputar una final de un grande nueve años después de su primera vez y se consolidó entre los mejores cuatro del mundo en el ranking ATP.
Con Djokovic pasó algo tan similar como increíble. No fueron tanto las lesiones, que las tuvo en los últimos dos años, como los cambios que vivió en este tiempo. El nacimiento de sus dos hijos, los constantes cambios de entrenador y una pérdida comprensible de motivación tras conseguir el único grande que le faltaba en su vitrina, el Roland Garros de 2016, generaron una crisis de confianza que en un deporte que depende tanto de la mentalidad, se paga muy caro.
Lo increíble es que tan solo con el regreso a sus raíces todo volvió a la normalidad. Marian Vajda, el entrenador que lo llevó a la cima, no lo pensó dos veces pero le exigió que al menos, mientras estuviera compitiendo, se olvidara del gurú con el que Nole compartía hace un buen tiempo, Pepe Imaz, una especie de consejero espiritual que reclutó al serbio en “la religión del amor” y que claramente lo ahuyentó del tenis de alto nivel y lo acercó a una filosofía que no es compatible con querer ser número uno del mundo.
Esta relación le implicó, por ejemplo, el rompimiento con su entrenador hasta hace poco más de un año, el mítico Boris Becker.
Por el lado de los colombianos, Farah y Cabal sacaron la casta, como ya es costumbre en los últimos años. Clasificaron a semifinales y si bien pudieron llegar más lejos, se consolidaron entre las ocho mejores parejas del año, asegurando su tiquete al Masters de Londres. En sencillos ningún tenista llegó al cuadro principal y habrá que tener paciencia para lograrlo de nuevo.