PSG, proyecto ambicioso

El fútbol es un deporte colectivo, en esencia; pero, advirtiendo que, en últimas, situacionalmente termina en acciones mano a mano y es allí donde el talento, la fundamentación y la técnica depurada, en condiciones normales, supera a la marca y a la táctica.

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Por eso vemos que los grandes equipos del universo del fútbol hacen los mayores esfuerzos para contratar a los artistas del balón, a aquellos jugadores que son ‘diferentes’: caso CR7, Mbappe, Neymar y Messi, por citar sólo a estos distinguidos, quienes siempre estarán en la órbita de los clubes con altas capacidades de inversión. Ellos, con una pincelada, pueden cambiar el decorado de un partido.

Sin duda alguna, para llegar a la cúspide se necesita más que orden y jugadores laboriosos, debe existir una combinación del material humano y factores que favorezca en toda manera la constitución de una escuadra de quilates competitivos. Configurar la idea no es nada fácil, pero esa premisa la emprendió el potentado Nasser Al-Khelaïfi, dueño del PSG, quien ha invertido una millonada de euros contratando jugadores de alta gama, partiendo desde Keylor Navas, que en el pórtico es una pieza de confiable seguridad, además de un entrenador criterioso, en este caso el alemán Thomas Tuchel, para delinear y ordenar los movimientos en la cancha.

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El proyecto ambicioso del PSG ha venido dando resultados domésticamente (ganó siete Ligue 1, cinco Copas de Francia, seis Copas de La Liga y seis Supercopas de Francia y consiguió cuatro Tripletes nacionales) y, después de algunos intentos fallidos, en esta ocasión, ya se asomó a su primera final continental en el torneo más importante a nivel de clubes del mundo. Es cierto, quedó a un paso de bañarse de gloria y, el hecho de no conquistar el título, quizás sea poca cosa para algunos exitistas. No obstante, el proyecto PSG fue un digno rival del todopoderoso y siempre ganador Bayern Múnich.