Nairo y el 'Landismo'
Es astuto Landa. También es un buen ciclista, pero habla más de lo que sus logros reflejan.
Se comenzó a hablar de ‘Landismo’ en pleno Tour de Francia, cuando los ánimos se caldearon y el ambiente se deterioró en el Movistar. Más exactamente, con el arribo de las etapas pirenaicas, no se sabe de dónde, alguien empezó a mencionar el término como si fuera un nuevo estilo, una ideología, la novedad en el ciclismo.
Landismo. Más y más, con Nairo descolgado en el Tourmalet, mientras que los otros líderes de su equipo encabezaban el pelotón. Un día después, el colombiano no lo acompañó en la última subida, y el padre de la escuela landista estalló. También los periódicos de Madrid que hablaban de Míkel, la esperanza española en la carrera.
Es astuto Landa. También es un buen ciclista, pero habla más de lo que sus logros reflejan. El español llegó al Movistar el año pasado y hasta ahora ganó un par de etapas, poco para estar pidiendo ser el capo de una formación que tiene al campeón del Giro de Italia en 2014 y la Vuelta a España de 2016, sin mencionar al campeón mundial de ruta.
Me suena a chiste eso del Landismo. Ni de Froome hay ‘froonismo’ como para hablar de Míkel, cual leyenda sobre la bicicleta. Es bueno, no se niega, y su pedaleo es fuerte. Pudo haber sido el reemplazo de Contador, pero como Alberto difícilmente será. Exige, aunque no en la misma proporción cuando la carretera se lo pide y funge como pedalista valiente.
Pasó en la última etapa de montaña del Tour de Francia. Atacó a dos kilómetros, cuando ya no había mucha pelea. Se mostró exuberante, líder, dueño de esa nueva ‘escuela’. Mostró los dientes, como cuando le ponen un micrófono al frente. Atacó, aunque igual igual se quedó corto en los metros finales.
Lo superó Alejandro Valverde y no hubo más. Terminó sexto en la general y el Movistar se conformó con el título en la clasificación por equipos. Eso sí, Landa fue el mejor; mejor que Nairo, mejor que Valverde, dos auténticos campeones.
Fuente
Antena 2