Fútbol sin destino

Es muy complicado abandonar las crisis de resultados en el fútbol si no se cuenta con equilibrio, con un maridaje sincronizado entre defensa y ataque; dos fases que deben coexistir y siempre son complementarias en este deporte. 

A diferencia de otras campañas, Atlético Nacional y Junior de Barranquilla dejaron de aportar ese caudal ofensivo con el que se destacaron en los últimos años y se enfrascaron en 90 minutos sin ningún propósito. 

La respuesta al tedioso juego horizontal, de banda a banda, con posesión insulsa y poco efectiva, podría hallarse en la mala confección de ambas nóminas, por lo menos en lo que ataque al aspecto ofensivo. 

La lesión de Hernán Barcos, sin un centrodelantero que lo supla, obligó a Paulo Autuori a darle la titularidad a Omar Duarte, jugador que tiene un mejor desempeño situado en la banda y que es poco productivo como referente de área. 

Entretanto, Luis Fernando Suárez debió ilusionarse con una noche mágica de Teófilo Gutiérrez y Luis Díaz, jugadores a los que les sobre inspiración, pero a los que les hace falta resolución. Luego, el ingreso de Michael Rangel dejó por sentado que, pese a ser conocido como el ‘rompecorazones’ por la farándula deportiva, definitivamente no es un ‘rompe-redes’. 

Por tanto, equivocadamente, Nacional y Junior abandonaron la figura del ‘9’ clásico e intentaron sustituirlo con otros argumentos; los verdes a través de la prudencia y la salida limpia desde el fondo; y los ‘rojiblancos’ con su presión alta y el desequilibrio de sus hombres por los costados. 

No obstante, el ‘ariete’, el ‘artillero’, el ‘bombardero, en fin, el goleador, de tanto sentido en el fútbol, fue ignorado en el Metropolitano y el juego lo sintió. 

Oportunistas y predestinados como Paolo Rossi y Filippo Inzaghi; habilidosos y recursivos como Romario y Eric Cantona; irreverentes como Zlatan Ibrahimovic y Edmundo; potentes como Cristian Vieri y George Weah; atípicos como David Villa y Luis Suárez; e inmortales como Ronaldo (el de verdad) y Marco Van Basten; son imprescindibles para el fútbol

Son el faro, el objetivo y la conclusión, y solo las escuadras impregnadas de divinidad celestial se han podido dar el lujo de dejar los goles en el banco, o como en el caso de Nacional y Junior, sin haberlos contratado. 

Incluso, Olivier Giroud, un antónimo del egoísmo propio del delantero, resultó fundamental para que Francia se coronará como Campeón Mundial en Rusia 2018. 

La Holanda del 74, con Johan Cruyff como estandarte, se apoyó en Johan Neeskens, Jhonny Rep, Ruud Krol y los hermanos René y Willy van de Kerkhof para conformar un circuito devastador; o Brasil en 1982, bajo la batuta de Tele Santana, aguantó jugar con diez hombres en cada partido – Serginho fue el más falso de los ‘9’ – y brindó una de las mejores expresiones futbolísticas de la historia, hasta que se estrelló con la efectividad italiana en las botas de Paolo Rossi. 

Brasil en 1970 con una amalgama de talentosos; Pelé, Gerson, Tostao, Jairzinho y Rivelino resultaron demasiado hasta para Gordon Banks; España en la Euro 2012 dio un ejemplo circunstancial al ubicar a Cesc Fábregas como ‘9 falso’ para detonar la magia de Iniesta, Xavi y David Silva y consagrar con su tercer título a una generación ibérica excepcional. 

Son pocos los ejemplos que se pueden hallar para excusar la ignominia para el ‘9’, todos envueltos en misticismo y leyenda.  

Por eso causa estupor que dos clubes en el FPC, sin la semilla para engendrar un titán épico como los antes descritos, resuelvan arrojarse al campo sin flechas entre escudos, en una inofensiva batalla predestinada a terminar en la nada absoluta. 

Nacional y Junior tendrán que revisar este aspecto en sus nóminas; la vergüenza internacional que arrastran en 2019 los condena y, para el segundo semestre, los goles deberán ser prioridad.