El '10' no desaparece

En su paso por Europa no logró consolidarse. Tuvo altibajos y, por una u otra razón, no logró encajar en la dinámica del balompié del ‘Viejo Continente’. Apenas atisbos de su calidad quedaron como evidencia con las blusas del Pescara, FC Porto y Stade Rennais.

Prestando sus servicios al Medellín fue otra cosa. Goles y actuaciones de primer orden, fueron parte del catálogo. Su retorno a Colombia lo repotenció, ganó confianza. El espíritu creativo se reacomodó; sus neuronas cuadraron los cimientos del 10 natural que es.

Después, con la camiseta de River Plate la dimensión de su talento se acrecentó y, quienes pensaron que su fútbol se había esfumado, quedaron sorprendidos y descrestados por la vuelta del juego mágico del menudo jugador nacido en las entrañas de la Cantera de Héroes.

Un mundial de menores y dos absolutos hacen parte de su recorrido en la corta existencia deportiva de este genio que apenas tiene 25 años de edad. Ha trascendido, pero aún puede encandilar las retinas más exigentes del panorama orbital del fútbol.

Con el equipo de la banda cruzada, jornada tras jornada plasma la continuidad de su linaje y clase de jugador superior en las canchas de Argentina, como lo hizo con el elenco nacional que enfrentó a Venezuela, en donde ofreció un recital de su distinguido juego.

Asociaciones, filtraciones, pases milimétricos, gambetas y movimientos desequilibrantes que lo acerca a posiciones de gol, son algunos de los argumentos que posee Juan Fernando Quintero, acciones exhibidas en inmejorable forma que le sirven para fracturar los bloques de marca rival.

Su fino andar y pegada académica lo prestigia como uno de los mejores exponentes del fútbol arte, ese que distingue a quienes usan el número 10 en la espalda.