CONTRA EL “MISTERCHIPISMO”
¿Para que nos sirve saber que “Sudán del Sur 1-1 Mauritania es 1er partido de Eliminatorias suspendido por lluvia desde Polonia-Inglaterra”?
¿Es realmente vital para nuestro diario transitar en la vida saber que Roberto Carlos, Benzema, Khedira, Bale y Cristiano han estrellado balones en los palos en la historia del Real Madrid en el mundial de clubes? Publicar desaforadamente datos futboleros en redes es el nuevo plumaje del pavo real.
En una de sus columnas para el diario El País de España, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han asegura que: “Ni los tuits ni las informaciones componen una narración. Tampoco el timeline narra una biografía, la historia de una vida. Es aditivo y no narrativo” y es que, precisamente, hablar de fútbol hoy se ha convertido en un acto aditivo y adictivo producto de los gigantes flujos de información que deja el juego y sus protagonistas. Más números, menos historias.
El ‘estadígrafo futbolero’ de nuestros días tiene como objetivo registrar, como una máquina, el sinfín de datos que arroja cada acción de juego. Tenemos el mapa de calor, los kilómetros recorridos en el campo, el valor de las transferencias, velocidades máximas, la posesión del balón, pases incorrectos, media de goles anotados, entre muchos otros. A primera vista, todos son números sin narrativa alguna, líneas rectas que sirven para impresionar, pero poco para construir.
La publicación sin sentido de datos en un timeline como la de Twitter simplemente, y citando de nuevo a Chul Han, construye un hilo aditivo sin ninguna relación aparente entre cada uno. Un tuit publicado sobre el peor inicio del Manchester United en Premier League en 30 años, simplemente se suma al largo listado de datos intrascendentes que generan retuits y favoritos, pero que no consiguen una profundidad necesaria para construir historia. La historia es una sucesión de relatos que construye detalladamente un panorama general y un contexto, un dato irrelevante de mañana más otro dato irrelevante de 2014 no generan ningún vínculo que construya una tradición oral. Datos como “Sneijder es el primer jugador con 2 tiros al palo en un partido de esta Copa Mundial. En Sudáfrica lo hicieron Gyan y Lampard” son solo otro producto de pronto-consumo que es olvidado al cabo de unas horas y no cuentan nada útil de Wesley Sneijder, de Sudáfrica o de Frank Lampard.
Y no es que la data futbolera no sea útil, el problema es lo que se hace con ella. Acá unos ejemplos; Esteban Granero, ex jugador de Real Madrid, se encuentra al mando de un proyecto llamado “Olocip”. Esta iniciativa busca a través de la big data y la inteligencia artificial analizar un par de aspectos muy importantes para la toma de decisiones por parte de directivas y entrenadores: el análisis y la predicción. Leicester City contrató al francés N´golo Kanté después de comprobar estadísticamente que de las cinco grandes ligas de Europa, él era el jugador que más balones quitaba y convertía en secuencias de ataque. Finalmente, Ian Graham director de análisis de Liverpool convenció a Jürgen Klopp de incorporar los datos a este proyecto y hoy se toman decisiones tácticas y empresariales con base en los datos ¿El resultado? Liverpool es el actual campeón de Europa.
Ahora, el gran misterio en este fútbol moderno radica en entender ¿Por qué a un tipo que ve a un partido en un bar con sus amigos le interesa memorizar que James Milner no marcaba un gol en jugada a balón corrido desde el 2 de marzo de 2016? Puede ser genuino interés, una obsesión profunda con los números, un gusto enfermizo por Milner o lo que denomina el estimado Nicolás Samper como “El Misterchipismo”, una especie de religión en la que es importante publicar el dato más intrascendente de la historia de fútbol con el ánimo de parecer interesante, experto y único.
Así que es justo dejar la big data para quienes toman decisiones, los estadísticos ya están completos. Por eso este es un llamado a favor del análisis de datos y en contra del “MisterChipismo”.