¿Con doble rasero?

La Selección Colombia terminó novena del Mundial y fue recibida con todos los honores en Bogotá al finalizar su periplo mundialista en los octavos de final.
 
Un resultado que, como he dicho acá, pudo haber sido mejor, teniendo en cuenta el camino que le tocó y lo que hizo Inglaterra, de paso, equipo que llegó a semifinales, sin haber desplegado un fútbol deslumbrante en la mayoría de partidos que disputó.
 
Si bien no puede ser calificada como mala la actuación del combinado ‘cafetero’, se me antojó exagerado el recibimiento que le dieron a los de Pékerman. Un evento con trasfondo comercial, en resumidas cuentas, que tomó por sorpresa a los mismos homenajeados por las declaraciones que dieron a su arribo.
 
Claro que se debe apoyar a los deportistas, pero tampoco hay que pasar al otro lado, llegando a ese grado de adulación. Un noveno lugar en un mundial no es para celebrar con la ‘pompa’ que se vio por la avenida El Dorado, como si se hubiera superado lo hecho en Brasil 2014.
 
Siempre se ha dicho que Colombia es un país de extremos; que cuando ganamos somos los mejores y que cuando perdemos, no hay más de ahí para abajo. Carecemos de matices a la hora de tomar los resultados deportivos, pero creo que en esta ocasión muchos se dejaron llevar por un festejo sin explicación alguna.
 
Es por eso que, si a los resultados vamos, Nairo Quintana también debería ser recibido con la misma manifestación de afecto que se le dio a Falcao, Pékerman y demás. Ser ‘Top 10’ en el Tour de Francia no es algo menor, más allá que los resultados del ciclista del Movistar hayan venido decreciendo en las últimas dos temporadas.
 
Si el boyacense acaba el Tour por allá en sexto o séptimo lugar, esperando que alcance el podio, anhelo ver las calles atestadas de aficionados y un bus recorriendo la 26 con todo el sentimiento ‘Tricolor’. Por qué no.