Colombia y Queiroz, obsesión por lo colectivo

La selección Colombia, sin James ni Falcao, dos de sus estrellas más representativas, no hizo un buen partido contra Chile. Así y todo, estuvo más cerca de la victoria, remató varias veces al arco chileno bien custodiado por Claudio Bravo, el más destacado de los dirigidos por Reinaldo Rueda.

Nos pareció un juego enredado, advertimos mutuo respeto por parte de ambas escuadras hasta que la entrada y salida de jugadores terminó de opacar el flojo espectáculo visto en el José Rico Pérez de Alicante.

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Los técnicos seguramente serán los que saquen las mejores conclusiones. Rueda buscando darle más profundidad a un ataque improductivo que prácticamente no hizo ver a David Ospina, un espectador más del insulso encuentro.

El mister Queiroz, cada vez más obsesionado por el colectivo, buscando hacerlo sólido y compacto. Los jugadores aplicados cumplen las instrucciones del portugués. Solidarios y comprometidos con el esfuerzo mancomunado cumplen las tareas defensivas con llamativa presteza.

Cada vez más se nota que la identidad del fútbol colombiano queda en la historia de los años noventa y debemos aceptarlo si esta transformación sirve para que sea más competitivo.

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Si es así, bienvenida la mutación que pregona el nuevo seleccionador. En caso de ser la fórmula para ganar la Copa América y disputar semifinales mundialistas, bien pueda caballero de fina estampa. Al fin y al cabo se le contrató para que nos ponga a pelear títulos porque jugadores es lo que hay.

Ahora veremos qué nos depara el segundo amistoso del martes en Lille, Francia, frente a Argelia, que viene de empatar 1-1 con Congo en Bleda.