Caterine Ibargüen se aleja del oro olímpico
La colombiana aspira a quedarse con un cajón en el podio de Tokio 2020.
Estamos a cinco meses del comienzo de los Juegos Olímpicos de Tokio y una cortina de humo se cierne sobre el cielo de la capital japonesa. El Coronavirus, que tiene azotado a esa parte del mundo, hace peligrar lo que sería la fiesta deportiva más importante para el mundo en este año.
Aunque nadie ha dicho nada y desde el COI nadie ha pronunciado palabra a favor o en contra del evento, no deja de ser un peligro que dicha enfermedad sea capaz de hacer suspender los juegos por la cercanía de Japón con China, epicentro del Covid 19.
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Pero más allá de eso, en Colombia empieza a preocupar la cercanía de los juegos, pero no por el mal de moda en China, sino por el presente de quien nos podrían dar una nueva medalla de oro en las justas niponas. Se trata de la saltadora Caterine Ibargüen, bañada en oro en Brasil 2014.
El año anterior no fue el mejor para Caterine, sus resultados no aparecieron y un problema en la planta del pie terminó llevándola al quirófano. Los Juegos Panamericanos de Lima quedaron como un mal recuerdo porque llegó con la ilusión de dos metales dorados y retorno sin nada.
El último golpe para la carrera de la colombiana se produjo a comienzos de febrero cuando se anunció que el cubano Ubaldo Duany no sería más su entrenador. El cubano fue su manejador durante los últimos y mejores años de su carrera deportiva, llevándola a ser campeona mundial, olímpica y varias veces ganadora de la Liga de Diamante.
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La medallista olímpica no ha dado detalles del porqué de la decisión, pero Duany dijo que la deportista tomó la decisión de manera unilateral porque al parecer no le gusto que él se hiciera cargo de entrenar a otros atletas con miras a Tokio.
Todo parece indicar que las posibilidades de medalla se esfuman cinco meses antes, porque a la incertidumbre de la colombiana, está el presente de la venezolana Yulimar Rojas, quien la semana pasada rompió dos veces el récord del mundo y lo puso en 15 metros y 43 centímetros bajo techo.
La patriota salto, lloró, se arrodilló y besó la pista. “En esta pista soy feliz, me tratan como si fuera de aquí, me siento una más” y los periódicos acuñaron la frase: “Yulimar, de Madrid al cielo”.
Como ven, las cosas no pintan bien para Caterine Ibargüen, quien parece haber tomado la decisión equivocada con los juegos encima y su última oportunidad de brillar alejarse.
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Antena 2