Las tres razones que condenan a Almirón en Nacional

La derrota como hábito: la caída en la final de Copa Libertadores, dirigiendo a Lanús contra Gremio, puede ser aceptable por la diferencias históricas entre uno y otro; sucumbir ante Millonarios en la Superliga tiene el atenuante de haber sido en una confrontación casi de pretemporada, con su proceso iniciando y en un juego decisivo cuyo resultado no reflejó lo visto en el campo; el título perdido ante Tolima sí fue un campanazo de alerta porque, al igual que la eliminación ante Tucumán, no tiene excusa válida. La acumulación de derrotas con Nacional y su antecedente con Lanús lo perfilan como un entrenador afiliado a la derrota.

Su insistencia con Monetti: su arquero de confianza resultó partícipe de primer orden en los fracasos de Nacional en el 2018; contra Millonarios es discutible su responsabilidad en el segundo gol de Ovelar, ante Tolima contribuyó activamente en las dos anotaciones de los ‘Pijaos’ y en el duelo de ida frente a Tucumán regaló medio tiquete con su error. Cuando se acordó de Christian Vargas fue demasiado tarde.

La serie ante Tucumán: el objetivo de Nacional era la Copa Libertadores, mientras siguiera con vida en el certamen internacional, las derrotas locales podría maquillarse; no obstante, ante el máximo reto, Almirón falló. En el juego de ida confeccionó un equipo como para atender la Copa Colombia y en el de vuelta lo hizo bien hasta los cambios, en los que incurrió en medidas desesperadas, propias de un timonel sin jerarquía.