Luis Díaz, destinado a la gloria con el Liverpool

Villarreal, con presión en sus movimientos y efectividad ofensiva, sometió en el primer tiempo al Liverpool, en el partido trepidante de la semifinal de la Liga de Campeones disputada en La Cerámica; le alcanzó para anotar dos goles e hizo ver desajustado al club inglés que, en su expresión natural, es una máquina precisa y armónica, semejante a un reloj suizo.

Cuando los espectadores apoltronados en el recinto del Villareal preveían la remontada del Submarino Amarillo, Jurgen Kloop, por su parte, planificaba, con el ingreso de Luis Díaz, darle un cariz diferencial a la expresión de juego de su escuadra.

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Y así sucedió. El Wayúu llenó de colorido  a su equipo. Lo contagió de su ímpetu imparable. Gestó acciones de peligro en los tramos finales del terreno y anotó, con certero golpe de cabeza, el segundo gol de su equipo. 

Diaz, entrando por el centro del área, fue, por los aires y en un ligero sostenido, en busca de un envió lanzado por Alexander Arnold, para luego conectar de forma certera e impulsar el balón hasta al fondo de la red, tras pasarlo por entre las piernas del golero Gerónimo Rulli.

El colombiano fue el revulsivo que pretendió Kloop. Su ingreso generó un mejor ambiente desde lo colectivo; fue influyente y determinante de mitad de cancha y hacia zonas impropias; marcando la pauta que sus compañeros necesitaban.

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La calidad futbolística de Luis Díaz le cambió la tesitura a la divisa inglesa y al partido. Y le dio a su escuadra el impulso que necesitaba para remontar 2-3 el marcador y anclar a los rojos en la final de la Liga de Campeones.

Díaz está destinado a convivir con la gloria sublime; y, con sus maravillosos aportes, se está labrando un lugar privilegiado en el Olimpo del futbol.

Después de esta notable gesta, ahora, el guajiro tendrá una inmejorable oportunidad de seguir trazando su apreciable e incontenible condición en la cancha del Stade de France de Saint-Denis en la final de la Champions League.